JPMorgan cerró recientemente las cuentas relacionadas con criptomonedas de clientes en Venezuela, lo que ha generado bastante discusión en la industria. Para los usuarios venezolanos que dependen de activos digitales para transferencias internacionales y protección de activos, sin duda es una mala noticia.

Lo que hay detrás de esto refleja una brecha cada vez mayor entre las instituciones financieras tradicionales y el mundo de las criptomonedas. Los grandes bancos están restringiendo el control sobre las actividades criptográficas en mercados emergentes mediante el cierre de cuentas y la limitación de servicios, intentando mantener su influencia en los pagos transfronterizos. Pero a menudo, el efecto es exactamente el contrario.

Los usuarios limitados por las finanzas tradicionales están acelerando su migración. Las carteras no custodiales, las transacciones peer-to-peer y los exchanges descentralizados están en aumento. Los usuarios están empezando a comprender que la verdadera autonomía financiera proviene de tener control sobre las claves privadas y los activos, y no depender de la autorización de ninguna institución.

Esta ola no solo afectará a Venezuela. Otros países de América Latina y regiones del mundo que enfrentan presiones financieras también podrían acelerar la adopción de soluciones financieras verdaderamente descentralizadas. Cada cierre de un banco tradicional impulsa a más personas a dirigirse hacia el ecosistema cripto.