Mientras las empresas de cannabis celebraban los recientes cambios en las políticas, todavía enfrentan una crisis bancaria fundamental. Las principales instituciones financieras siguen siendo en gran medida inaccesibles para el sector, dejando a los operadores buscando alternativas. La ironía es evidente: solo los vientos regulatorios no resuelven el problema estructural cuando la infraestructura bancaria tradicional se niega a participar. Hasta que se arregle la infraestructura financiera, incluso las victorias regulatorias parecen vacías para una industria excluida de los servicios bancarios convencionales.