Pensaba que venía a obtener ingresos estables, pero en realidad paso todos los días haciendo trabajo de técnico.

Anoche volvió a ocurrir una buena escena: estar atento a la confirmación de transacciones en puentes cross-chain, esperando durante media hora. En ese momento entendí que esto no es agricultura, sino caminar en la cuerda floja a diez mil metros de altura, un paso en falso y te hundes en el abismo.

La verdad, ya no puedo soportarlo más.

Cambiar entre diez pestañas del navegador solo para encontrar qué pool de liquidez tiene un APY tan alto como para que valga la pena, aunque sea un 0,1%. Hay que seguir el coste de gas en cada blockchain, usar una calculadora para hacer cuentas y ver si los beneficios de transferir fondos cubren las comisiones. Lo que más duele es esa ansiedad intangible: tener tu dinero flotando en algún rincón, preocupado en todo momento de que en cualquier momento pueda desaparecer silenciosamente sin que te des cuenta.

Eso es mi rutina diaria ahora mismo. Quería que DeFi hiciera que mis activos trabajaran de manera más inteligente, pero en cambio me he convertido en un supervisor de guardia las 24 horas.