Últimamente, el mercado de metales preciosos ha estado muy activo. Los precios del oro, la plata y el cobre han subido en oleadas, y la tendencia ha superado las expectativas de muchos. Pero lo interesante es que, en ese mismo período, el rendimiento de Bitcoin y Ethereum ha sido relativamente tranquilo, lo que ha llevado a muchos a preguntarse: —¿Por qué los activos tradicionales de refugio se fortalecen, mientras que los activos digitales no siguen la misma tendencia?

Pero desde otra perspectiva, esto no tiene por qué ser algo negativo. Al contrario, para aquellos inversores que entienden la lógica subyacente, esto puede ser una oportunidad excelente.

Piensa en las muchas deficiencias inherentes al oro como herramienta tradicional de almacenamiento de riqueza: su peso físico hace que sea difícil de transportar, los costos de división son altos, identificar su autenticidad requiere conocimientos especializados y hay que preocuparse por la seguridad del almacenamiento... Cada uno de estos aspectos representa un punto débil. ¿Y qué hay de Bitcoin? Con un suministro fijo de 21 millones de monedas, su escasez natural ya está codificada en el software. Es liviano, solo existe en la cadena de bloques, puede cruzar fronteras geográficas en un instante y no puede ser alterado.

A medida que más instituciones y particulares se dan cuenta de estas diferencias, la transferencia de fondos será inevitable. En la historia, cada gran rotación de activos ha ido acompañada de una actualización en la percepción. Esta vez no será diferente: el capital que antes fluía hacia el oro, finalmente se dará cuenta de que Bitcoin es una alternativa más elegante y eficiente.

Cuando llegue ese día, ¿cómo crees que saltarán los valores de tus fichas? Te invito a imaginarlo por ti mismo.