La fuente de ingresos anual de GHO—que oscila entre 10 y 15 millones de dólares—se ha convertido en el punto de conflicto en una lucha interna de poder. AAVE DAO y AAVE Labs están en una guerra de tira y afloja por quién controla esta fuente de ingresos. El mercado en gran medida lo ha descartado como una disfunción organizacional, pero aquí está la verdadera historia: están peleando por una porción de $150 millones en ingresos anuales del protocolo. Eso no es ruido, eso es riqueza estructural. La hesitación de BlackRock en desplegar más de $500 millones en el ecosistema depende de un factor crítico: claridad legal en torno a la gobernanza y los derechos de ingresos. El capital institucional no se mueve sin certeza institucional. ¿La resolución? Ambas partes están señalando hacia un marco de compromiso programado para el segundo trimestre de 2025. La estructura emergente busca distribuir el control de manera que satisfaga el escrutinio regulatorio mientras preserva la autoridad de toma de decisiones de la DAO. Cuando se elimina el drama de gobernanza, lo que estás viendo es cómo los protocolos DeFi maduros resuelven la pregunta de siempre: ¿quién posee el flujo de efectivo y bajo qué términos pueden sentirse cómodas las instituciones de billones de dólares para participar?