El yen está protagonizando una guerra de depreciación sin humo.
Actualmente, el dólar estadounidense ha caído a alrededor de 155.70, a solo un paso de la línea clave de 160, la nueva mínima en más de treinta años. La tendencia de depreciación que lleva cuatro años no muestra signos de detenerse — incluso si el Banco de Japón interviene en diciembre elevando la tasa de interés de referencia al 0.75% (el nivel más alto desde 1995), el yen sigue cayendo, con una caída diaria superior al 1%. Esto ya no es solo un problema económico, sino un colapso colectivo de la confianza en la moneda.
Los grandes jugadores de Wall Street ya olfatean la sangre. JPMorgan, BNP Paribas y otros bancos de inversión de primer nivel pronostican colectivamente que para finales de 2026 el yen caerá en el rango de 160-165. La legión de cortos está cazando frenéticamente esta moneda que alguna vez fue considerada un "paraíso de refugio".
Detrás de esta fiesta de depreciación, hay tres culpables que apuntan directamente al núcleo del problema: la diferencia de interés de 300 puntos básicos entre EE. UU. y Japón ha hecho que los activos japoneses pierdan atractivo, y la especulación de carry trade resurge; las tasas de interés reales ya están en números negativos, mientras los precios suben durante 51 meses sin poder revertir la situación; los inversores minoristas y las empresas japonesas siguen enviando capital al exterior, alcanzando niveles récord en diez años, y esta fuga de capitales sigue presionando aún más el tipo de cambio.
El Banco de Japón está atrapado en una difícil disyuntiva. Si sube las tasas, ahogará una economía que ya está al borde de la muerte — el PIB del tercer trimestre cayó un 1.8%; si no sube, la inflación y la depreciación entrarán en un ciclo vicioso y se volverán cada vez más incontrolables. El gobierno ha destinado 21.3 billones de yenes para estímulos fiscales, pero la política monetaria restrictiva del banco central lo contrarresta completamente. La ratio de deuda ya supera el 250%, y las opciones fiscales están agotadas. La lección histórica está clara: en el pasado, gastaron 9.8 billones de yenes en intervenir en el mercado de divisas, pero solo fue un destello efímero. Ahora, ni siquiera las advertencias verbales logran mover el mercado.
El costo más directo de la depreciación del yen recae sobre los japoneses comunes. El IPC interanual ha subido al 3.0%, el poder adquisitivo se ha reducido silenciosamente, y los costos de importación de las empresas también están en aumento. La especulación global, que alcanza los 19.2 billones de dólares, también se tambalea, y esta volatilidad podría afectar a todo el mercado internacional.
¿Podrá mantenerse la barrera de los 160? ¿Sacará el Banco de Japón su carta más fuerte? ¿Esta tormenta monetaria llegará al mercado de criptomonedas? Todas estas preguntas esperan respuestas.
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BlockchainBrokenPromise
· hace23h
El yen realmente se ha desplomado esta vez, si rompe los 160, el mercado de criptomonedas también temblará, las operaciones de carry trade afectan a todo el sistema.
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ContractCollector
· hace23h
El yen realmente ha colapsado en esta ola, la probabilidad de que no aguante los 160 es demasiado alta, el banco central ya no tiene balas.
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WhaleMistaker
· hace23h
El Banco de Japón realmente ya no tiene más cartas, si rompe los 160, el mercado de criptomonedas temblará con miedo
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DegenWhisperer
· hace23h
La situación que ni siquiera el Banco Central de Japón puede resolver, realmente quiero ver cómo esta banda de buitres de Wall Street cosecha...
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ETH_Maxi_Taxi
· hace23h
Esta jugada en Japón es realmente increíble, ni siquiera un aumento de tasas por parte del banco central puede salvarlo, lo que indica que el problema no está en las tasas de interés... Si rompe los 160, las operaciones de carry trade explotarán.
El yen está protagonizando una guerra de depreciación sin humo.
Actualmente, el dólar estadounidense ha caído a alrededor de 155.70, a solo un paso de la línea clave de 160, la nueva mínima en más de treinta años. La tendencia de depreciación que lleva cuatro años no muestra signos de detenerse — incluso si el Banco de Japón interviene en diciembre elevando la tasa de interés de referencia al 0.75% (el nivel más alto desde 1995), el yen sigue cayendo, con una caída diaria superior al 1%. Esto ya no es solo un problema económico, sino un colapso colectivo de la confianza en la moneda.
Los grandes jugadores de Wall Street ya olfatean la sangre. JPMorgan, BNP Paribas y otros bancos de inversión de primer nivel pronostican colectivamente que para finales de 2026 el yen caerá en el rango de 160-165. La legión de cortos está cazando frenéticamente esta moneda que alguna vez fue considerada un "paraíso de refugio".
Detrás de esta fiesta de depreciación, hay tres culpables que apuntan directamente al núcleo del problema: la diferencia de interés de 300 puntos básicos entre EE. UU. y Japón ha hecho que los activos japoneses pierdan atractivo, y la especulación de carry trade resurge; las tasas de interés reales ya están en números negativos, mientras los precios suben durante 51 meses sin poder revertir la situación; los inversores minoristas y las empresas japonesas siguen enviando capital al exterior, alcanzando niveles récord en diez años, y esta fuga de capitales sigue presionando aún más el tipo de cambio.
El Banco de Japón está atrapado en una difícil disyuntiva. Si sube las tasas, ahogará una economía que ya está al borde de la muerte — el PIB del tercer trimestre cayó un 1.8%; si no sube, la inflación y la depreciación entrarán en un ciclo vicioso y se volverán cada vez más incontrolables. El gobierno ha destinado 21.3 billones de yenes para estímulos fiscales, pero la política monetaria restrictiva del banco central lo contrarresta completamente. La ratio de deuda ya supera el 250%, y las opciones fiscales están agotadas. La lección histórica está clara: en el pasado, gastaron 9.8 billones de yenes en intervenir en el mercado de divisas, pero solo fue un destello efímero. Ahora, ni siquiera las advertencias verbales logran mover el mercado.
El costo más directo de la depreciación del yen recae sobre los japoneses comunes. El IPC interanual ha subido al 3.0%, el poder adquisitivo se ha reducido silenciosamente, y los costos de importación de las empresas también están en aumento. La especulación global, que alcanza los 19.2 billones de dólares, también se tambalea, y esta volatilidad podría afectar a todo el mercado internacional.
¿Podrá mantenerse la barrera de los 160? ¿Sacará el Banco de Japón su carta más fuerte? ¿Esta tormenta monetaria llegará al mercado de criptomonedas? Todas estas preguntas esperan respuestas.