Entrando en 2026, el mercado comienza a examinar si la historia de crecimiento de las acciones estadounidenses del año pasado puede continuar—¿las empresas que invirtieron grandes sumas en infraestructura de IA realmente podrán convertir ese dinero en resultados?

Aquí se plantean dos cuestiones. La primera, el propio sector tecnológico: si el ritmo de gasto de capital seguirá sin desacelerarse, si la competencia en la industria será más intensa, si el retorno de inversión cumplirá con las expectativas, estos factores afectan directamente cuánto tiempo podrán sostenerse las valoraciones de las acciones tecnológicas. La segunda, el entorno económico general de EE. UU.: si la inflación sigue pegada, si el empleo también se debilita, estos obstáculos podrían limitar el espacio de la Reserva Federal para reducir las tasas de interés.

Pero no hay que ser demasiado pesimista. La expectativa de recortes de tasas en 2026 todavía puede seguir apoyando los activos de riesgo. Si al mismo tiempo que se reducen las tasas la inflación se mantiene moderada y la economía logra un aterrizaje suave, es probable que el mercado de valores siga oscilando al alza; pero, por otro lado, si la reducción de tasas se debe a una mayor presión de recesión, las ganancias empresariales tendrán que ajustarse a la baja, las valoraciones se reducirán y el rendimiento de diferentes sectores se diversificará notablemente.

La lógica del oro es más directa—depende principalmente de la tendencia de las tasas reales y del dólar. En general, una reducción de tasas favorece al oro, pero si la economía supera las expectativas o la expectativa de recortes de tasas se desvanece, el precio del oro también puede experimentar una corrección a corto plazo.

En resumen: los tres puntos clave del mercado en 2026 son—cómo se reducirán las tasas, si la inversión en IA podrá cumplir con los resultados, y si la economía de EE. UU. podrá hacer una transición suave. Si estos tres variables se clarifican, la dirección general será bastante clara.