La información de alto valor nunca fluye hacia las personas comunes, porque no puede circular, es fácil de malinterpretar e incluso puede ser rechazada. No es que no quiera fluir, sino que es muy difícil atravesar ese filtro cognitivo intangible. Cuanto mayor es el valor de algo, más se pone a prueba la capacidad de comprensión de una persona; sin un conocimiento adecuado y una profunda reflexión, la información no puede ser transmitida, los circuitos cerebrales no se conectan. Además, la verdadera comprensión desafía profundamente tus creencias inherentes y revela problemas subyacentes, mientras que la mayoría de las personas comunes tiende a aceptar información que es más fácil de digerir. Esta información sesgada por uno mismo, aquella que requiere un esfuerzo de pensamiento e incluso puede provocar una conmoción cognitiva, a menudo es rechazada inconscientemente por los mecanismos de defensa psicológicos, no porque no quieran recibirla, sino porque no se atreven a hacerlo, no están dispuestos a hacerlo. Así que, el flujo de información de alto valor es una cruel coincidencia cognitiva, fluyendo prioritariamente hacia aquellos que están preparados para utilizarla, entenderla y resonar con ella. Para que las personas comunes rompan este patrón, el único camino es seguir mejorando su comprensión, reflexionar profundamente, abrazar la complejidad y salir de su zona de confort.
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La información de alto valor nunca fluye hacia las personas comunes, porque no puede circular, es fácil de malinterpretar e incluso puede ser rechazada. No es que no quiera fluir, sino que es muy difícil atravesar ese filtro cognitivo intangible. Cuanto mayor es el valor de algo, más se pone a prueba la capacidad de comprensión de una persona; sin un conocimiento adecuado y una profunda reflexión, la información no puede ser transmitida, los circuitos cerebrales no se conectan. Además, la verdadera comprensión desafía profundamente tus creencias inherentes y revela problemas subyacentes, mientras que la mayoría de las personas comunes tiende a aceptar información que es más fácil de digerir. Esta información sesgada por uno mismo, aquella que requiere un esfuerzo de pensamiento e incluso puede provocar una conmoción cognitiva, a menudo es rechazada inconscientemente por los mecanismos de defensa psicológicos, no porque no quieran recibirla, sino porque no se atreven a hacerlo, no están dispuestos a hacerlo. Así que, el flujo de información de alto valor es una cruel coincidencia cognitiva, fluyendo prioritariamente hacia aquellos que están preparados para utilizarla, entenderla y resonar con ella. Para que las personas comunes rompan este patrón, el único camino es seguir mejorando su comprensión, reflexionar profundamente, abrazar la complejidad y salir de su zona de confort.