Mientras todavía intentamos comprender Web3, ya nos bombardean con un nuevo concepto: Web4. Como observador del desarrollo digital, me sorprende la rapidez con que surgen estas etiquetas sin haber consolidado las anteriores.
La evolución de internet ha pasado de Web1 (contenido accesible pero creado por pocos), a Web2 (dominado por corporaciones centralizadas). Luego llegó Web3 con su promesa de descentralización mediante blockchain, pero demasiado técnico para usuarios comunes.
Ahora Web4 pretende heredar la tecnología de Web3 pero enfocándose en experiencias de usuario y su impacto social. Sus características incluyen control de datos por usuarios, redes descentralizadas, economía de tokens, protección a creadores, seguridad mejorada y gobernanza participativa.
La diferencia principal con Web3 es que Web4 no solo se obsesiona con la descentralización técnica, sino que busca mejorar la experiencia e influencia social. Mientras Web3 sigue siendo experimental y antiregulación, Web4 parece más dispuesto a combinar modelos tradicionales con nuevos y aceptar cierta regulación gubernamental.
La Comisión Europea define Web4 como convergencia de IA, IoT, blockchain y realidad extendida. Su estrategia es cautelosa: implementar supervisión en lugar de libertad absoluta, proteger a menores, fortalecer la vigilancia del contenido, autenticar usuarios y promover un entorno digital responsable.
Me parece irónico que la UE quiera regular algo que apenas existe conceptualmente. Los desafíos son enormes: diferencias internas sobre tecnologías emergentes, preocupaciones sobre riesgos potenciales, y el difícil equilibrio entre innovación y control.
La UE está más preocupada por problemas sociales que las propias empresas tecnológicas, y su enfoque podría influir en regulaciones globales. Personalmente, creo que estamos nombrando versiones de internet que ni siquiera hemos implementado adecuadamente. ¿No deberíamos resolver primero los problemas de Web3 antes de saltar a Web4?
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¿Qué es Web4 y la estrategia europea para afrontarlo?
Mientras todavía intentamos comprender Web3, ya nos bombardean con un nuevo concepto: Web4. Como observador del desarrollo digital, me sorprende la rapidez con que surgen estas etiquetas sin haber consolidado las anteriores.
La evolución de internet ha pasado de Web1 (contenido accesible pero creado por pocos), a Web2 (dominado por corporaciones centralizadas). Luego llegó Web3 con su promesa de descentralización mediante blockchain, pero demasiado técnico para usuarios comunes.
Ahora Web4 pretende heredar la tecnología de Web3 pero enfocándose en experiencias de usuario y su impacto social. Sus características incluyen control de datos por usuarios, redes descentralizadas, economía de tokens, protección a creadores, seguridad mejorada y gobernanza participativa.
La diferencia principal con Web3 es que Web4 no solo se obsesiona con la descentralización técnica, sino que busca mejorar la experiencia e influencia social. Mientras Web3 sigue siendo experimental y antiregulación, Web4 parece más dispuesto a combinar modelos tradicionales con nuevos y aceptar cierta regulación gubernamental.
La Comisión Europea define Web4 como convergencia de IA, IoT, blockchain y realidad extendida. Su estrategia es cautelosa: implementar supervisión en lugar de libertad absoluta, proteger a menores, fortalecer la vigilancia del contenido, autenticar usuarios y promover un entorno digital responsable.
Me parece irónico que la UE quiera regular algo que apenas existe conceptualmente. Los desafíos son enormes: diferencias internas sobre tecnologías emergentes, preocupaciones sobre riesgos potenciales, y el difícil equilibrio entre innovación y control.
La UE está más preocupada por problemas sociales que las propias empresas tecnológicas, y su enfoque podría influir en regulaciones globales. Personalmente, creo que estamos nombrando versiones de internet que ni siquiera hemos implementado adecuadamente. ¿No deberíamos resolver primero los problemas de Web3 antes de saltar a Web4?