Si todos pudieran interrumpirte, hablar contigo, pedirte y ocupar tu tiempo a su antojo, entonces habrías perdido esa importante sensación de ser valorado. Una persona que es demasiado fácil de encontrar, con el tiempo, se convierte en alguien poco importante. No dejes que nadie se acerque a ti sin costo alguno. En este mundo hay un tipo de permiso que es más importante que el tiempo y el dinero. Y ese permiso solo puede ser controlado por ti mismo, que es el permiso que das a otros para entrar en tu vida. A lo largo de nuestra vida, conoceremos a muchas personas, recibiremos muchas llamadas, responderemos muchos mensajes, y ofreceremos mucha comprensión, ayuda, apoyo y consuelo a los demás. Pero hay un momento en el que te darás cuenta de que la mayoría de las veces que te sientes agotado es porque eres demasiado accesible para los demás. Algunos vienen, algunos te dicen que alguien tomó algo, y luego algunos se van; tú no rechazas, pero tampoco recibes respeto ni gratitud, lo que significa que una persona que puede acercarse en cualquier momento también está destinada a ser una persona que se puede consumir fácilmente. Una persona que es demasiado fácil de encontrar, gradualmente se vuelve poco importante.



Por lo tanto, el verdadero valor no radica en hacer exposiciones para atraer, sino en una selección consciente y oculta. No necesitas estar abierto a todos, solo necesitas dejar un lugar para aquellos que son persistentes. Porque la naturaleza humana es así, una vez que no necesitas que otros se esfuercen para obtenerte, entonces tampoco necesitas que se esfuercen para retenerte. Tú elevas proactivamente a la otra parte, tú bajas proactivamente el umbral, y la otra parte solo te verá como algo de fácil acceso; lo que tú ofrezcas, no será tan valioso como el pequeño esfuerzo que ellos hagan. Debes establecer un umbral, y este umbral no es una estrategia de poder, ni se trata de protegerse de las personas, sino de un despertar de la conciencia soberana dentro de ti mismo. Entonces, ¿cuál es el derecho más importante en la vida? ¿Controlar a los demás? Es decidir quién puede acercarse a ti. Debes establecer un umbral para ti mismo, un castillo con un foso. El foso no es para rechazar a todos los visitantes, sino para asegurarte de que tus visitantes merecen que bajes el puente levadizo; un castillo sin foso será pisoteado sin piedad, y una persona que nunca se protege, es precisamente la que abandona su castillo tan fácilmente. Debes darte cuenta de un problema: no es que tengas un buen carácter, sino que no te atreves a establecer un umbral; no es que seas necesitado, sino que eres demasiado fácil de encontrar. No todos los gritos necesitan una respuesta, y protegerse a uno mismo es la premisa para amar este mundo, así como la premisa para amarse a uno mismo. Y aquellos que realmente te aman, nunca temen a tus límites.
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