
La criptominería es el proceso mediante el cual se utiliza potencia computacional para participar en la creación de bloques de blockchain y obtener recompensas.
Esto suele darse en blockchains que emplean el mecanismo de consenso Proof of Work (PoW). Proof of Work exige que los participantes resuelvan complejos problemas computacionales con sus recursos informáticos; quien resuelve el problema primero valida un bloque y recibe una recompensa. Estas recompensas incluyen monedas recién generadas y las comisiones de las transacciones incluidas en el bloque. Los participantes pueden ser individuos, granjas de minería o miembros de pools de minería que comparten los beneficios entre todos.
Los dispositivos de minería más habituales son los mineros ASIC dedicados (optimizados para algoritmos concretos y con mayor eficiencia) y los equipos con GPU (más versátiles, aunque menos eficientes para algoritmos como el de Bitcoin). La rentabilidad de la minería depende del precio de la moneda, el coste de la electricidad, la dificultad de la red y la eficiencia del equipo. A medida que la dificultad aumenta, es más difícil minar bloques y el rendimiento por unidad de potencia computacional disminuye.
La criptominería es esencial para la seguridad de redes como Bitcoin, ya que afecta directamente a la dinámica de la oferta de monedas y a la velocidad de confirmación de transacciones.
Para los inversores, la rentabilidad de los mineros actúa como una “lupa” sobre los ciclos de precios. Cuando el precio de las monedas baja y los costes eléctricos suben, los mineros menos competitivos pueden cerrar o vender sus equipos, amplificando la volatilidad del mercado. Por el contrario, en periodos de subida de precios y comisiones, los ingresos de los mineros aumentan y el sector atrae nuevas inversiones.
Para los usuarios de Web3, comprender la minería permite evaluar la resistencia de una red ante ataques, identificar ecosistemas saludables con altos niveles de hash rate y baja centralización, y evitar confundir la “liquidity mining” con la minería PoW, facilitando una mejor gestión de riesgos en distintos productos.
El núcleo de la criptominería consiste en generar de forma repetida valores hash hasta encontrar uno que cumpla el requisito de dificultad de la red, lo que permite al minero empaquetar un bloque y reclamar recompensas.
Un hash es, en esencia, una “huella digital” de los datos. Los dispositivos de minería modifican continuamente un parámetro llamado “nonce” para crear nuevas huellas, buscando una que cumpla el objetivo de dificultad fijado por la blockchain. La dificultad se ajusta dinámicamente por la red para mantener constante el tiempo de bloque; cuantos más participantes y mayor hash rate total, mayor será la dificultad.
Los pools de minería agrupan la potencia computacional de muchos mineros, facilitando la creación colaborativa de bloques. La minería en solitario depende mucho de la suerte por sus bajas probabilidades; al unirse a un pool, los mineros reciben pagos más constantes en función de su hash rate aportado. Los pools distribuyen las ganancias periódicamente a las direcciones de los monederos de los mineros.
El flujo de trabajo típico incluye: configurar el hardware y las direcciones de monedero, conectar los mineros al servidor del pool elegido; los mineros envían “shares válidas” de forma continua, los pools registran las contribuciones y asignan las recompensas; los mineros retiran después las monedas a su cuenta de exchange o a un cold wallet para vender, cubrir riesgos o mantener a largo plazo.
La criptominería se encuentra principalmente en cadenas como Bitcoin y Litecoin que emplean Proof of Work, desde instalaciones domésticas hasta operaciones industriales de gran escala.
En entornos domésticos o de pequeña escala, los usuarios pueden instalar algunos mineros ASIC donde la electricidad es barata y la refrigeración eficiente, generando un flujo de caja estable aunque limitado. Las granjas industriales de minería agrupan miles de máquinas en regiones con energía asequible, invirtiendo en subestaciones, sistemas de refrigeración y equipos de mantenimiento para lograr economías de escala.
La participación en pools de minería está muy extendida. Los principales pools ofrecen diferentes esquemas de reparto de recompensas (por ejemplo, pago según el hash rate aportado), ayudando a los mineros a reducir la volatilidad de los pagos causada por la aleatoriedad de los bloques. También existen plataformas de cloud mining, donde los usuarios compran contratos de hash rate a plazo fijo sin montar infraestructura física, aunque deben tener cuidado con los riesgos regulatorios y de contraparte.
La integración con exchanges es clave para los mineros. En Gate, por ejemplo, los mineros suelen: 1) vender las monedas minadas en el mercado spot en lotes para ajustar el flujo de caja a los gastos eléctricos; 2) abrir posiciones cortas o cubrirse en mercados de derivados para reducir el impacto de bajadas de precio en la producción futura. Por ejemplo, si se prevé una determinada producción de BTC en el próximo mes, se pueden establecer coberturas en los perpetual contracts de BTC de Gate, asegurando parte del beneficio.
Los principales riesgos son la volatilidad del precio de la moneda, el aumento de los costes eléctricos y la dificultad, los fallos de los equipos y los problemas regulatorios. Se pueden gestionar mediante control de costes y estrategias de cobertura.
Paso 1: Elegir el hardware óptimo. Priorizar la eficiencia energética (por ejemplo, para mineros de Bitcoin “julios por terahash, J/TH”); mayor eficiencia implica menor consumo eléctrico. Combinar tarifas eléctricas reales y condiciones de refrigeración para estimar el periodo de recuperación y el flujo de caja.
Paso 2: Asegurar tarifas eléctricas y facilidades. Firmar contratos de energía estables, optimizar refrigeración y control de ruido, presupuestar para mantenimiento y recambios para evitar fallos por calor o polvo.
Paso 3: Seleccionar pools de minería fiables. Vigilar la estabilidad del pool y las reglas de pago, probar la latencia y tasas de rechazo, diversificar en varios pools de minería para reducir el riesgo de fallo único.
Paso 4: Implementar monitorización operativa. Usar sistemas de monitorización remota y alertas; realizar limpiezas y actualizaciones de firmware periódicas; controlar el rendimiento real y los tiempos de inactividad; retirar cuanto antes los equipos con alta tasa de fallos y bajo rendimiento.
Paso 5: Cubrirse en Gate. Considerar la producción futura como inventario; cubrirse sistemáticamente en los mercados spot y de derivados de Gate: fijar take-profit/stop-loss en las posiciones spot; usar posiciones cortas en derivados para asegurar el flujo de caja cuando suben los precios, o abrir posiciones largas cuando bajan para cubrir necesidades de liquidez. Gestionar bien el tamaño de la posición para evitar sobrecobertura o riesgo de liquidación.
Paso 6: Cumplimiento y fiscalidad. Conocer la normativa local sobre minería, consumo eléctrico y obligaciones fiscales; garantizar la correcta declaración para evitar cierres forzosos por cambios regulatorios.
Durante el último año, la reconfiguración del sector tras el halving se ha acelerado: el equipamiento de alta eficiencia representa una mayor cuota, el hash rate sigue creciendo pero está cada vez más concentrado.
En abril de 2024, el subsidio por bloque de Bitcoin se redujo de 6,25 a 3,125 BTC, según lo previsto en el protocolo. Muchos mineros mantuvieron la rentabilidad en 2024 gracias al aumento de precios y comisiones; tras el halving, la eficiencia del hardware y las tarifas eléctricas son aún más determinantes.
En el tercer trimestre de 2025, plataformas públicas de datos indican que el hash rate de la red de Bitcoin aumentó aproximadamente un 30–40 % respecto a todo 2024, lo que refleja la implantación continua de mineros de nueva generación más eficientes. En picos de actividad, las comisiones de transacción pueden suponer entre el 20–40 % de los ingresos de los mineros; en periodos de menor actividad, suelen situarse en torno al 10 % o menos.
Sobre la eficiencia del hardware: los ASICs convencionales pasaron de unos 21–25 J/TH en 2024 a unos 15–18 J/TH en los nuevos modelos de 2025, lo que refuerza la ventaja de costes en regiones con electricidad barata.
Estructuralmente, Ethereum migró a Proof of Stake hace años y ya no utiliza minería; en los últimos meses, más hash rate de GPU se ha desplazado a proyectos PoW como Kaspa, impulsando tanto el hash rate de la red como la actividad del ecosistema. Geográficamente y en lo energético, muchas granjas de minería han aumentado su porcentaje de energía renovable el último año; en Norteamérica y algunos países de Oriente Medio crecen las alianzas energéticas y los programas de respuesta a la demanda.
La criptominería utiliza hardware para aportar potencia computacional y obtener recompensas de bloques PoW; la liquidity mining consiste en asignar fondos a pools de market making o productos de rentabilidad para ganar comisiones o incentivos.
Ambos métodos tienen requisitos de capital y riesgos diferentes. La criptominería se basa en la inversión en hardware, instalaciones y costes eléctricos—los beneficios dependen de la dificultad de la red y el precio de la energía. La liquidity mining se centra en la asignación de capital y la estrategia—los rendimientos dependen del volumen negociado, la estructura de comisiones y la evolución del precio del activo. En plataformas como Gate, “liquidity mining” se refiere a estrategias financieras basadas en capital, no a la creación de bloques PoW; si el objetivo es cubrir el flujo de caja de la minería, conviene utilizar herramientas spot y de derivados, sin confundir ambos conceptos de “minería”.
La minería requiere dispositivos informáticos especializados—principalmente mineros ASIC (para Bitcoin) o GPUs (para Ethereum y otros proyectos). Cada moneda tiene requisitos de hardware específicos; minar Bitcoin exige equipos dedicados, mientras que otras monedas pueden extraerse con tarjetas gráficas estándar. Los principiantes deben analizar los periodos de recuperación, ya que el coste del hardware y la factura eléctrica son los principales gastos.
Las monedas minadas se acumulan en tu cuenta del pool de minería; al alcanzar el umbral de retiro puedes transferir los fondos a tu monedero personal o a una cuenta de exchange. En plataformas como Gate puedes vincular la dirección de pago del pool a tu monedero de exchange para convertirlas fácilmente en moneda fiduciaria. Se recomienda realizar retiros periódicos para minimizar riesgos.
La minería en solitario consiste en operar tus propios mineros de forma independiente frente a toda la red—las probabilidades de éxito son bajas y los ingresos, volátiles. La minería en pool implica colaborar con otros mineros para aumentar la probabilidad de éxito y obtener ingresos más estables (aunque se pagan comisiones al pool). Lo más habitual para los principiantes es unirse a pools, porque los pagos son más predecibles.
La minería de Bitcoin consume grandes cantidades de energía—el consumo anual puede equipararse al de países enteros. Es un coste real y una preocupación para el sector; cada vez más mineros recurren a fuentes renovables como la hidroeléctrica o la eólica para reducir el impacto ambiental.
La rentabilidad de la minería depende sobre todo del precio de la moneda, la dificultad global de la red y el coste eléctrico. Las subidas de precio aumentan los ingresos; una mayor dificultad implica más competencia y menor rendimiento; la electricidad suele ser el mayor coste fijo. Los principiantes deben vigilar estos indicadores antes de decidir si continuar minando.


