
La inviabilidad computacional representa un pilar esencial de la seguridad en las criptomonedas y la tecnología blockchain. Este término hace referencia a que ciertas tareas computacionales no pueden completarse con los recursos y tiempos de procesamiento realistas de los que disponemos. Constituye la base de la criptografía moderna y se aplica ampliamente en protocolos blockchain, funciones hash y algoritmos de cifrado, lo que garantiza la seguridad de los sistemas incluso frente a adversarios con gran capacidad de cálculo. En la práctica, la inviabilidad computacional implica que operaciones como romper ciertos algoritmos de cifrado o revertir valores hash exigirían un tiempo exponencialmente creciente, incluso utilizando los superordenadores más potentes de la actualidad: en teoría, estas tareas requerirían millones de años, proporcionando así una seguridad práctica y efectiva para el sistema.
El concepto de inviabilidad computacional nació con la aparición de la criptografía moderna en los años setenta. Mientras que la criptografía tradicional fundamentaba su seguridad en el secreto de los algoritmos, la criptografía moderna dio un giro radical al basarse en algoritmos públicos cuya seguridad depende de la dificultad de resolver determinados problemas matemáticos. Entre estos desafíos destacan la factorización de grandes números, los problemas de logaritmo discreto y el logaritmo discreto en curvas elípticas, que juntos forman la base teórica de la inviabilidad computacional. La característica común de estos problemas es que su resolución directa (como multiplicar) resulta sencilla, pero la operación inversa (por ejemplo, factorizar en primos) implica una complejidad exponencial cuando las entradas son suficientemente grandes, lo que impide resolverlos en la práctica dentro de plazos realistas.
El mecanismo de la inviabilidad computacional se fundamenta en la teoría de la complejidad computacional. Al diseñar sistemas criptográficos, los expertos ajustan meticulosamente los parámetros para que, incluso con los algoritmos más avanzados conocidos, romper las protecciones exija más recursos de los que cabe alcanzar de manera práctica. Por ejemplo, el sistema de proof-of-work de Bitcoin explota la inviabilidad computacional de la función hash SHA-256, obligando a los mineros a buscar, mediante fuerza bruta, valores hash que cumplan unas condiciones específicas, en un proceso que no puede anticiparse ni acortarse. Del mismo modo, en el cifrado asimétrico, la relación entre la clave pública y la privada se basa en la inviabilidad computacional de ciertos problemas matemáticos, lo que permite generar claves públicas de forma segura a partir de las privadas, pero impide deducir la privada partiendo solo de la pública. Esta asimetría es esencial para la seguridad de las firmas digitales, el intercambio de claves y las comunicaciones cifradas.
Aunque la inviabilidad computacional otorga robustas garantías a los sistemas de cifrado, también afronta riesgos y desafíos. Por un lado, el incremento de la potencia computacional y los avances en algoritmos pueden convertir en solucionables problemas antes considerados inviables: por ejemplo, la computación cuántica amenaza a los algoritmos RSA basados en factorización de enteros, ya que el algoritmo de Shor podría resolverlos eficazmente en ordenadores cuánticos. Por otro lado, las implementaciones de algoritmos criptográficos pueden presentar vulnerabilidades de canal lateral que permitan sortear la inviabilidad computacional y acceder a información confidencial. Además, una mala elección de parámetros puede reducir la seguridad a niveles inferiores a los previstos. Por último, la tecnología evoluciona y, para mantener la eficacia de la inviabilidad computacional, los sistemas de cifrado deben actualizarse y reforzarse periódicamente, algo especialmente complejo en blockchains, que son difíciles de modificar una vez desplegadas.
La inviabilidad computacional es indispensable como base de la seguridad en las criptomonedas y la tecnología blockchain actuales. Habilita el diseño de sistemas cuya seguridad está matemática y prácticamente acreditada, protegiendo activos digitales y fomentando la confianza distribuida. Aunque la evolución tecnológica plantee desafíos, los sistemas blockchain pueden seguir manteniendo márgenes de seguridad suficientes mediante la elección de parámetros adecuada, el diseño proactivo y la investigación constante en seguridad. El principio de inviabilidad computacional nos recuerda que la seguridad absoluta no existe, pero mediante un diseño científico se puede lograr una seguridad práctica: elevando el coste de un ataque a niveles inasumibles frente a los posibles beneficios y ofreciendo así garantías sólidas para la economía digital.


