En el verano de 2025, China Renaissance volvió a ocupar el foco mediático al firmar un memorando de entendimiento con YZi Labs (antes Binance Labs), con el objetivo de invertir 100 millones de dólares en BNB, el token nativo de la blockchain pública BNB Chain.
Apenas dos meses antes, el consejo de administración aprobó una asignación de cuantía similar para explorar oportunidades en Web3 y criptomonedas. Estos movimientos tan decididos han llevado a muchos a especular que China Renaissance está dirigiendo una gran transformación—or incluso su propia reinvención.
En el sector de la banca de inversión chino, China Renaissance siempre ha sido un agente diferencial.
No posee el carácter estatal de CICC o CITIC ni la solidez centenaria de Goldman Sachs o Morgan Stanley. Su crecimiento está estrechamente ligado al auge vertiginoso del sector de internet en China. Desde su creación en 2005, China Renaissance ha liderado y facilitado algunas de las operaciones de fusiones y adquisiciones (M&A) más emblemáticas, como las fusiones de Didi y Kuaidi, Meituan y Dianping, o 58.com y Ganji.com. Prácticamente todas las grandes fusiones que marcaron la historia de internet en China cuentan con la huella de China Renaissance entre bambalinas. Sin esa década prodigiosa de crecimiento digital, difícilmente habría alcanzado su título de “Rey de las Fusiones y Adquisiciones”.
Sin embargo, a medida que la expansión de internet derivó en un entorno saturado y competitivo—y con el endurecimiento de la regulación antimonopolio—la base que impulsó el éxito de China Renaissance empezó a transformarse de forma radical.
Este banco de inversión especializado, antes sinónimo de glamour, se enfrenta ahora a desafíos existenciales inéditos.
La apuesta de China Renaissance por Web3 podría ser un acto de redención o el reflejo del destino común de los bancos de inversión tradicionales en la era digital.
En 2021, China Renaissance logró unos resultados casi perfectos: los ingresos totales del año ascendieron a 2 504 millones de RMB y el beneficio neto creció un 56,5 % interanual hasta los 1 624 millones de RMB. Ese año culminó proyectos emblemáticos como la salida a bolsa de Li Auto en Hong Kong y el debut de Kuaishou Technology. En su carta anual, Bao Fan escribió con entusiasmo: “Estamos en el punto de partida de la próxima década para la nueva economía”.
Pero el punto álgido suele marcar el inicio de la inflexión.
En 2022, tanto los ingresos como el beneficio neto de China Renaissance Holdings bajaron: los ingresos anuales cayeron hasta 1 533 millones de RMB, un 8,36 % menos que el año anterior, mientras que las pérdidas anuales alcanzaron los 564 millones de RMB, lo que supone una caída interanual del 134,71 %.
Tras estos números se escondía un rápido enfriamiento del entorno general.
Según el “Informe de revisión y perspectivas del mercado de fusiones y adquisiciones corporativas en China 2022”, el volumen total de operaciones de M&A descendió un 23,5 % interanual a nivel nacional, mientras que el segmento TMT cayó un 41 %. Para China Renaissance, que prosperó con las fusiones y adquisiciones de TMT, esto supuso perder su posición clave en el mercado.
Pero la crisis de fondo no era solo estadística: el problema era el propio modelo de negocio.
China Renaissance creció al acompasarse con el auge digital de China, pasando de cero a cien. Fue una época de energía desbordante: las startups necesitaban escalar rápido, las gigantes buscaban la próxima adquisición estratégica, y el capital exigía historias atractivas. China Renaissance actuó como “superintermediario” en ese frenesí de capital. El carisma de Bao Fan, sus relaciones y su olfato para las tendencias sectoriales formaban la verdadera defensa de la firma.
Mientras el mercado siguió en expansión y las fusiones y adquisiciones dominaron el guion del capital, China Renaissance prosperó. Casi todos los acuerdos transformadores llevaban su sello.
Pero al invertirse el entorno, la historia cambió. El mercado entró en un juego de suma cero, las “alianzas de poder” pasaron a ser objeto de escrutinio regulador y el modelo antes infalible perdió su protagonismo.
Este es el auténtico dilema de la compañía: no es solo una erosión del negocio, sino la obsolescencia de su receta de éxito en la nueva era.
Las redes personales centralizadas, los canales de información opacos y la generación de valor basada en relaciones ya no encajan en un mundo marcado por la transparencia, la apertura y el desmantelamiento de intermediarios.
Esto se acentúa en una cultura corporativa centrada en Bao Fan. Como dijo una fuente a Reuters, China Renaissance sigue siendo un “negocio personal, centrado en una figura clave”, un modelo que resulta insostenible en el nuevo escenario.
El salto de China Renaissance a Web3 no ha sido fortuito.
En mayo de 2018, Circle anunció una ronda Serie E de 110 millones de dólares, con inversores punteros como IDG, Breyer Capital y Bitmain. La presencia de China Renaissance pasó desapercibida.
De no ser por una nota de felicitación de China Renaissance en junio de 2025, casi nadie habría notado su entrada temprana en el sector de las stablecoins. Un análisis detallado del folleto de Circle reveló que China Renaissance no figuraba entre los principales accionistas, lo que apunta a una participación menor o una salida previa a la salida a bolsa.
Pese a ello, la apuesta de China Renaissance por Circle reavivó el entusiasmo del mercado.
Al catalogarse como “acción conceptual Circle”, la cotización de China Renaissance pasó de 3 HK$ a superar los 6 HK$, logrando una revalorización de más de un 100 %. Para una compañía que tras la salida a bolsa había registrado un crecimiento modesto, este impulso fue decisivo.
El movimiento de China Renaissance con Circle puso en relieve la visión a largo plazo de Bao Fan.
Ya en 2015, en pleno dominio de la nueva economía digital china, China Renaissance estaba involucrada en casi todas las operaciones clave de fusiones, adquisiciones o recaudación de fondos en internet. Sin embargo, en el cénit de su éxito, Bao Fan lanzó una advertencia realista: “En tres años, puede que ni siquiera estemos sentados en la mesa”.
Aquella frase marcó el arranque de la transformación interna de China Renaissance. Bao Fan percibió que un negocio sustentado únicamente en asesoría y comisiones era demasiado vulnerable: la firma necesitaba un nuevo motor de crecimiento. Decidió evolucionar de “proveedor de servicios” a “partícipe”, de asesor a accionista.
Dentro de la cartera, Circle ni siquiera era la estrella. En ese periodo, China Renaissance invirtió en Meituan, JD Digits, Kuaishou, Li Auto, NIO y Pop Mart. Frente a ellas, una empresa estadounidense de pagos cripto parecía, incluso, “extravagante”. Incluso Lei Ming, quien cerró el trato, admitió después que influyó el azar—China Renaissance entró tarde, con una participación modesta, y el beneficio directo fue escaso.
Más allá de Circle, China Renaissance realizó otras apuestas cripto: inversiones directas en Amber Group y Matrixport; roles de asesoría financiera para Canaan, Bitdeer y HashKey; e incorporación de Frank Fu Kan, veterano del sector blockchain, como consejero independiente no ejecutivo.
Sin embargo, estos movimientos no se tradujeron inmediatamente en grandes beneficios. Según 36Kr, los ingresos de China Renaissance en el mundo cripto provenían mayoritariamente de servicios de financiación, no de grandes plusvalías. El verdadero valor de la inversión en Circle residió en el potencial de mercado y la recuperación de la acción.
En 2024, China Renaissance inauguró una nueva etapa de liderazgo.
Tras la desaparición de Bao Fan, su esposa Xu Yanqing asumió el liderazgo de la empresa. Tras la salida del anterior CEO Xie Yijing, se consolidó un nuevo “triunvirato”: la presidenta Xu Yanqing, el CEO Wang Lixing y el director ejecutivo Du Yongbo.
Xu Yanqing impulsó de inmediato la estrategia “China Renaissance 2.0”: reducir la dependencia del negocio digital tradicional y apostar con fuerza por tecnología avanzada, Web3 y finanzas digitales.
Este giro no fue fruto del azar, sino perfectamente sincronizado con hitos regulatorios.
En mayo de 2025, el Consejo Legislativo de Hong Kong aprobó la Ley de Stablecoins; un mes después, se publicó la Declaración de Política de Desarrollo de Activos Digitales 2.0. En ese mismo periodo, el consejo de China Renaissance dio luz verde a un presupuesto de 100 millones de dólares para entrar formalmente en los mercados Web3 y de activos digitales.
Para los observadores, este movimiento resultaba familiar. China Renaissance fue experta en detectar y aprovechar puntos de inflexión históricos, ayudando a las compañías tecnológicas chinas a superar a sus rivales globales. Ahora pretendía replicar ese modelo en un campo nuevo—aunque ya sin Bao Fan.
En agosto, China Renaissance firmó un memorando con YZi Labs para destinar 100 millones de dólares a BNB, convirtiéndose en la primera cotizada de Hong Kong en incluir BNB en su tesorería. El mercado la bautizó rápidamente como la “MicroStrategy de BNB en la bolsa de Hong Kong”.
La adquisición de cripto era solo el comienzo; China Renaissance planeaba impulsar aún más el ecosistema BNB con dos iniciativas clave.
Primero, desarrollar productos de inversión basados en fondos junto a China Asset Management (Hong Kong) y otros socios, facilitando así la cotización de BNB en plataformas de intercambio de activos virtuales reguladas en Hong Kong. No por casualidad, el 3 de septiembre, la plataforma de intercambio OSL, con licencia local, abrió la operativa profesional para BNB, convirtiéndose en la primera plataforma de la ciudad que lo admite.
Segundo, con el respaldo de YZi Labs, China Renaissance aspira a crear un fondo RWA (Real World Assets, activos del mundo real) de varios cientos de millones de dólares para promover la adopción de stablecoins y RWA en BNB Chain por parte de compañías cotizadas en Hong Kong.
Con estas acciones, China Renaissance quiere aprovechar la inercia de Binance—el mayor exchange del mundo—y situarse en el núcleo del ecosistema Web3.
En el evento del 5.º aniversario de BNB Chain, el 29 de agosto, Xu Yanqing compartió escenario con Ella Zhang, directora de YZi Labs: “Desde que colaboramos con YZi Labs, hemos recibido un aluvión de consultas de entidades financieras tradicionales. Ya no preguntan ‘¿por qué invertir en activos digitales?’ Sino ‘¿cómo podemos asignar de manera eficaz a activos clave como BNB, que son el futuro de las finanzas?’”
Añadió: “China Renaissance no solo quiere tender puentes entre Web2 y Web3, sino también aplicar nuestra experiencia en banca de inversión, gestión de activos y gestión patrimonial para mantenernos como el banco de inversión más emblemático de la era Web3”.
En síntesis, la estrategia de China Renaissance resulta clara:
Lógica externa: cuando las instituciones tradicionales desean exposición a cripto, la inversión directa entraña mayor riesgo, pero invertir en acciones de China Renaissance permite obtener exposición indirecta a estos activos.
Lógica interna: la convergencia entre Web3 y Web2 generará nuevas necesidades de financiación y fusiones y adquisiciones, lo que podría repetir la “década dorada de fusiones y adquisiciones en internet”.
En otras palabras, China Renaissance aspira a seguir siendo el “banco de inversión de referencia” con capacidad de modelar el ecosistema cripto.
Por ambiciosa que sea la visión, la ejecución sigue siendo el gran reto.
Como banco de inversión especializado en fusiones y adquisiciones en TMT, la ventaja central de China Renaissance siempre ha sido su profundo conocimiento del sector digital chino y sus redes de fundadores.
En la banca de inversión tradicional, los incentivos están claros: comisiones, rentabilidad a corto plazo y cierre veloz de operaciones. Los banqueros ejercen de “proveedores de servicios profesionales”: cierran la operación y cobran la comisión.
Pero sumergirse de lleno en el universo cripto obliga a China Renaissance a afrontar una verdad incómoda: muchos fondos tradicionales de primera fila han sufrido grandes derrotas en este nuevo escenario.
En especial, el modelo de asesor financiero (FA) tiene escasas probabilidades de éxito aquí.
El estatuto de “superintermediario” de China Renaissance en la era dorada de las fusiones y adquisiciones digitales se sustentaba en las relaciones y la asimetría informativa: saber quién recaudaba fondos, quién vendía y a qué precio, información reservada a unos pocos. Sin embargo, en el universo en cadena (on-chain), los flujos de capital, las votaciones de gobernanza y los datos de los protocolos son públicos y rastreables en tiempo real; cualquiera puede consultarlos. Salvo unas pocas plataformas de intercambio y gestoras asiáticas, la mayoría de proyectos recaudan fondos de modo colectivo, y algunas plataformas de derivados, como Hyperliquid, nunca requieren financiación externa. Las ventajas clásicas de negociación y emparejamiento han quedado obsoletas.
Para obtener retornos relevantes, China Renaissance debe invertir directamente.
“Ser FA es hacer contactos; ganar dinero está en invertir”, resumía un veterano del sector tras iniciarse en cripto. Hizo contactos—y perdió dinero nada más comenzar a invertir.
El mercado primario cripto es altamente riesgoso. El éxito exige comprender en profundidad la lógica del sector y conectar con los emprendedores más talentosos para generar valor sostenido.
Pero el sector está repleto de narrativas efímeras: los proyectos pueden multiplicar su valor en meses y hundirse cuando pasa la euforia. Los equipos sin modelo de negocio sobreviven vendiendo tokens mientras caen las valoraciones. La confianza en las altcoins se ha diluido y el capital se concentra en BTC, ETH y SOL. Incluso la tendencia reciente de “vinculación token-acción” podría quedar en nada en el futuro.
Esto supone dos tipos de riesgo para China Renaissance:
Primero, ¿podrá esquivar las narrativas y sus trampas? Segundo, el riesgo para su propia reputación.
Los ciclos cripto avanzan mucho más rápido que los del mercado tradicional: un ataque o la retirada de un proyecto pueden destruir valor en 48 horas. Un solo error podría costarle no solo capital, sino la reputación forjada como banco de inversión especializado.
Temasek, fondo soberano de Singapur, perdió unos 275 millones de dólares en FTX. Más allá del quebranto, al ser un inversor estatal, Temasek tuvo que afrontar audiencias parlamentarias y admitir en público “graves fallos de diligencia”, sufriendo un revés reputacional notable.
Bajo esta óptica, quizá el camino óptimo para China Renaissance no sea reconstruirse como “rey cripto de las fusiones y adquisiciones”, sino consagrarse como actor relevante del mercado secundario. Mediante asignaciones selectivas en BTC, ETH y BNB, combinadas con estrategias cuantitativas y de cobertura, podría buscar rentabilidades constantes.
Pero esta vía tampoco resulta sencilla.
El trading implica competir con fondos cuantitativos especializados, empresas cripto nativas y creadores de mercado globales. Sin fuertes capacidades técnicas, sistemas de gestión de riesgos avanzados y analítica en cadena, las redes y la marca de la banca tradicional aportan ya muy poco.
China Renaissance se encuentra en una encrucijada:
Como FA, ha perdido su ventaja informativa; como VC, abundan las trampas narrativas; como inversor secundario, carece de identidad cripto nativa.
Este es el dilema que viven muchos asesores y venture capitals tradicionales en el criptoespacio: para asentarse en Web3, el capital no basta—se requiere una transformación cognitiva integral.
Debe responder a una pregunta esencial: en un mundo transparente y sin intermediarios, ¿cuál es el auténtico valor de China Renaissance?
Si se mira desde 2025, la transformación de China Renaissance hacia Web3 parece más bien un experimento a regañadientes, una reacción obligada por el contexto, no una elección estratégica libre.
Hace veinte años, China Renaissance despegó anticipando como nadie el auge digital chino. Bao Fan triunfó como retador, apostando por una “banca de inversión nativa digital” que sacudió los cimientos de las finanzas clásicas.
Hoy la realidad ha cambiado: Web3 no significa llevar lo analógico a lo digital, sino reinventar las bases de la lógica financiera—descentralización, acceso sin barreras y gobernanza comunitaria desafían directamente el papel intermediario de la banca de inversión tradicional.
Este giro de papeles hace que el reto sea aún mayor. Siendo antes un actor ágil, China Renaissance hoy es parte del establishment. Apostar todo a un nuevo paradigma exige sacrificios y dejar atrás el pasado. Para una institución tan anclada en la historia de las fusiones y adquisiciones chinas, el dilema es ahora mucho más difícil que hace dos décadas.
A escala global, pocas instituciones financieras tradicionales han logrado avances reales en la adopción de activos digitales. Goldman Sachs fue pionera, pero el negocio digital sigue siendo residual en sus ingresos. La pregunta común en el sector: ¿conseguirán reinventarse los actores tradicionales o serán superados por los nuevos disruptores?
Para China Renaissance, no hay marcha atrás.