

Una mining farm es una red de dispositivos configurados como un sistema único, capaz de ejecutar los cálculos complejos necesarios para la minería de criptomonedas mediante el algoritmo Proof-of-Work. Al principio, criptomonedas como Bitcoin se minaban en PCs estándar con potencia de procesamiento moderada. Sin embargo, al aumentar la dificultad, la industria evolucionó hacia tarjetas gráficas y procesadores especializados para minería cripto. Varias tarjetas gráficas conectadas forman un mining rig, que puede integrarse en una mining farm de mayor tamaño.
El mining rig es el núcleo de la farm, que reúne varios sistemas interconectados y posibilita la minería de criptomonedas. Esta estructura se monta en una carcasa dedicada, junto con fuente de alimentación, placa base y demás hardware esencial. Al combinar varios rigs, se obtiene una mining farm de alto rendimiento. Si la cantidad de equipos excede la capacidad de un solo servidor, la farm se divide en unidades más pequeñas.
La rentabilidad de la minería depende de diversos factores: los modelos concretos de GPU empleados, el tipo de criptomoneda minada, el valor del activo en los mercados y el coste energético. Algunas operaciones crecen hasta alcanzar cientos de rigs, logrando escala industrial.
Un rig estándar cuenta con un número variable de tarjetas gráficas (GPU), normalmente entre 6 y 8. Los mineros priorizan el equipo más rentable, no el más económico ni el más potente. El objetivo fundamental es lograr el hash rate máximo con el menor coste operativo. La selección de componentes se basa en el retorno de inversión, calculado como la relación entre el coste del equipo y el beneficio diario. Deben incluirse gastos adicionales como mantenimiento, electricidad y refrigeración.
La mayoría de rigs se ensamblan con GPUs idénticas para facilitar la gestión, aunque pueden mezclarse modelos. La CPU es otro elemento clave: coordina el sistema, aunque no participa directamente en la minería. Los procesadores de Intel o AMD con 4–6 núcleos y una frecuencia de 2,5 GHz suelen ser suficientes.
Los componentes imprescindibles para montar un rig son: una placa base elegida según el tipo de socket y el número de conectores para GPU; una fuente de alimentación con potencia suficiente (idealmente, con un margen de 15–20 %) y cables para todas las GPUs; un HDD, preferentemente SSD de 240 GB; al menos 8 GB de RAM; y adaptadores PCI-Express para las GPUs, con opciones SATA o MOLEX—MOLEX es preferible para mayores cargas.
Se pueden añadir accesorios como watchdogs para monitorizar el sistema y reiniciar cuando sea necesario, emuladores de monitor para sortear restricciones de Windows en GPUs sin pantalla, medidores de energía para controlar voltaje y corriente, y sistemas avanzados de refrigeración para evitar el sobrecalentamiento. El hardware se instala en un chasis metálico (generalmente de aluminio), adquirido o hecho a medida.
La minería a gran escala requiere también un ordenador con Windows o Linux, hardware de red, software especializado para minería y una wallet de criptomonedas. Aunque algunos proveedores ofrecen rigs listos para usar, la mayoría de mineros optan por montajes personalizados para maximizar la rentabilidad. Con la experiencia adecuada, este enfoque optimiza los resultados.
La puesta en marcha y gestión de un rig requiere software de minería especializado. Para farms de GPU, los programas más utilizados son Gminer, NBMiner, mineOS, Miracle Miner, BFGMiner, NiceHash y EasyMiner. Estos admiten distintas configuraciones de hardware, aunque los fabricantes pueden recomendar aplicaciones concretas para sus productos.
Una vez conectado y configurado el hardware, la minería se ejecuta automáticamente. No obstante, los mineros deben monitorizar periódicamente el hash rate para detectar posibles incidencias. El control remoto es posible con herramientas como TeamViewer o AnyDesk. El software avanzado de minería mejora la operativa; por ejemplo, los pools ofrecen paneles interactivos con automatización, monitoreo en directo, estadísticas, alertas de fallo, acceso remoto a la consola, control automático de temperatura, optimización energética y overclocking de GPU integrado.
El mantenimiento periódico, cada pocos meses, es esencial para prolongar la vida útil del equipo.
Aunque no es obligatorio, un sistema de refrigeración resulta imprescindible, ya que el hardware de minería genera mucho calor y necesita enfriarse continuamente para evitar pérdidas de rendimiento o fallos. Los mineros buscan soluciones de refrigeración que mantengan la rentabilidad del proceso.
En operaciones pequeñas (1–3 rigs), los ventiladores integrados y una buena ventilación suelen bastar, aunque pueden añadirse ventiladores extra durante los meses más cálidos. Las farms y data centers grandes requieren sistemas de refrigeración avanzados, divididos en dos categorías: aire y inmersión (líquida).
Las opciones de refrigeración por aire incluyen ventilación natural, aire acondicionado centralizado, sistemas de conductos con extractores, ventilación forzada (con o sin aire acondicionado) y sistemas de climatización especializados. Lo más habitual es una unidad de suministro y extracción que regula el flujo y la evacuación de aire. Los inconvenientes de la refrigeración por aire son el ruido, polvo, vibraciones y mayor consumo eléctrico.
Muchos mineros eligen la refrigeración por inmersión, que consiste en sumergir los rigs en un líquido especializado no conductor. Este método es seguro para personas y hardware, evita la conductividad eléctrica, mantiene los componentes hidratados y disipa el calor eficientemente. Las ventajas son: menor consumo energético, mayor sostenibilidad medioambiental, funcionamiento silencioso, menor espacio, eliminación de polvo y vibraciones y mayor vida útil del equipo.
Los ingresos de la minería deben cubrir todos los costes operativos, por lo que la elección del sistema de refrigeración debe ser económicamente viable. Para seleccionar la opción adecuada, los mineros analizan la potencia disponible, calculan el consumo de los rigs o la farm, determinan la capacidad de refrigeración para garantizar funcionamiento continuo 24/7 y consideran las variaciones estacionales de temperatura.
Los parámetros clave para el cálculo son: temperatura objetivo de la sala, calor generado por el hardware, tamaño de la estancia, temperatura ambiente y composición de las estructuras circundantes. Lo ideal es revisar estos factores antes de empezar a minar, aunque los sistemas de refrigeración pueden instalarse en cualquier momento.
¿Qué es un mining rig? Un mining rig para criptomonedas supone un importante avance respecto a los primeros montajes basados en ordenadores convencionales. Construir un rig eficiente requiere conocimientos técnicos y planificación, considerando componentes como GPUs, CPUs, fuentes de alimentación y sistemas de refrigeración. La rentabilidad depende de la eficiencia del equipo, el coste energético y la estrategia de minería. Para lograr el éxito a largo plazo, es fundamental una gestión adecuada mediante software especializado y el mantenimiento periódico. Una refrigeración robusta es clave para asegurar la operación continua y la longevidad del hardware. Con una correcta planificación y habilidades técnicas, es posible crear operaciones rentables adaptadas a las necesidades y recursos del minero.
Un mining rig calcula y valida transacciones en la blockchain, obteniendo recompensas en criptomonedas. Utiliza hardware especializado para procesar grandes volúmenes de datos y contribuye a la seguridad de la red.
Un mining rig puede generar entre R$ 1 100 y R$ 2 000 al mes, según el hardware y las condiciones del mercado de criptomonedas. Los ingresos fluctúan dependiendo de la dificultad de la red y del precio de los activos.
El valor de un Bitcoin minado es igual a su precio actual en el mercado, que varía según la oferta y la demanda. En diciembre de 2025, minar un Bitcoin cuesta aproximadamente USD 99 310, pero su valor de mercado lo determina la actividad global de compraventa.
Los RIGs son sistemas de minería especializados, compuestos por varios procesadores y tarjetas gráficas conectados entre sí. Resuelven ecuaciones matemáticas avanzadas y validan transacciones en la blockchain, transformando la potencia de cálculo en criptomonedas. Constituyen la columna vertebral de las operaciones de minería.











